Muchos
de nosotros crecimos pegados a un televisor mientras un erizo con gigantismo,
rosa y protopunky nos lanzaba consignas encubiertas a cerca de vivir en una
chabola de madera y bañarse en un tonel. Tras sernos narradas sus aventuras en
un multiétnico barrio marginal donde convivían humanos y monstruos, solía darse
un aire conclusivo con una canción, aquellas melodías han quedado grabados a
nuestra memoria y las revisitamos cuando caen cuatro gotas de lluvia, vamos al
dentista o viajamos en el tiempo. De todas ellas, me he decantado por una en
concreto, de título “Tipitipitón”, y no
“¿Me pasas un tripi, tron?” frase habitual de colgaos el sábado noche.
Todo
hace suponer que Espinete y Don Pinpón (ese adorable vagabundo fulero) se
encuentran en una importante misión encomendada a personas poseedoras de una
serie de habilidades excepcionales, por ello, deciden ponerse sus mierdas de
escafandras (consistentes en un mandilón dorado para hacer barbacoas espaciales
en el caso de Espinete ¡a la mierda el oxígeno! y en un gorro de apicultor para
Don Pinpón) y abandonar su nave de cartón para darse un voltio por un inhóspito
planeta en el que, o bien hace mucha
niebla o es que allí no ha barrido nadie el suelo en veinte años.
"Curro el robot, de tournee por TVE en los 80" |
La
verdad es que el paraje extraterrestre no es muy pa´lla, yo he estado en
barrios de Madrid más desolados, pero bueno, seamos sinceros, el planeta
Solaris tampoco daba para mucho, echarse unos largos y poco más, al cabo de
cinco minutos un muermo total.
Volviendo
con nuestros colonos galácticos, no entiendo su necesidad de ponerse a cantar
en tan inhóspito paraje, pero, todo cobra sentido cuando comienzan a introducir
giros y dobles sentidos, pues, comparan el “viaje interespacial” con un “tryp”
de ácido en el cual es posible llegar no solo a ver pájaros en el espacio, sino
que encima ver que te saludan, y después regalarnos otra apreciación como
“vamos subiendo siempre a gran velocidad”, pero indicando como la dosis no es
suficiente y remarcando que “Aún queremos subir más”.
No
hay que esperar mucho, al comenzar la siguiente estrofa el punki explica que
cuando va “volando” siente que hace mucho viento…¡pues claro criatura, vas en
pelotas solo con un delantal propio de Fabio McNamara!, pero lo que más me ha
dejado flipando es cuando interrumpen la canción para darse cuenta que se
acerca un cometa…¡de paso!, menos mal, porque cuando vienen a pasar unos días a
tu casa al final se apalancan y no sabes cómo tirarles indirectas para que se
den el piro.
"El ansia" |
Eso
sí, al final abandonan su importante misión, al recibir un llamada de Chema
invitando a un piscolabis…¿Quién somos nosotros para juzgar? Todos sabemos que
la ingesta de según qué sustancias abren el apetito, pero ¡el presupuesto de la
NASA a tomar por culo por unas magdalenas! Ray Bradbury tendría aquí para crear
una megaepopeya en torno al drama de la condición humana frente a sus instintos
estomacales, pero seguro que le acusaban de plagiar la saga de Arthur C. Clarke
“Paraninfo de la cornucopia” en la que en varios tomos de cerca de mil páginas
nos narra el devenir de un grupo de jubiladas que arruinaron sus vidas por la
adicción al macramé.
No
quiero cerrar este microarticulo sin comentar que la nave es un puto recortable
de cartón que parece necesitar una ITV en condiciones, no tiene profundidad, es
un jodido concepto bidimensional que ni Christopher Nolan en Interestellar.
Ya
es hora de partir en busca de nuevas aventuras, tan solo me queda deciros una
cosa, dejaos de tanta tontería con el episodio VII de Star Wars, hay que ir al
cine a ver buen cine, este año sin ir más lejos estrenan la nueva versión de
carne y hueso de Winnie de Poo, con Hugh Grant como protagonista, a ver si de
una vez por todas el bueno de Hugh se desencasilla ya de papeles de tío
despistado que tartamudea y se sube las gafas cada quince segundos.
"El Yang y el Yang" |
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