Triste panorama me encontré el
otro día, iba yo viajando en tren cuando se realizó una parada en una estación,
desde mi ventana observe el andén con una antiguo local cerrado a cal y canto,
sobre él, un vistoso cartel con una copa de Martini rezaba “Cantina”. Y claro,
¿Qué más quieres? Mi mente empezó a darle vueltas al asunto, que si el nombre
provendría de que años atrás serian sitios donde la gente cantaba, que si por
tanto eran bares reservados para acotar a la tuna y no expandir así sus dañinos
efectos…y es que claro, una cosa es la “cantina” y otra la “taberna”, esta
última, aporta en su pronunciación un carácter más seco y duro, más masculino,
¡vamos! Un Francisco Cecilio de los bares.
Raudo, ya en casa, consulté cuales
eran las diferencias entre ambas y hallé que:
Cantina.
(Del it. cantina).
1. f. Puesto público en que se venden bebidas
y algunos comestibles.
Taberna.
(Del lat. taberna).
1. f. Establecimiento público, de carácter popular, donde se sirven y
expenden bebidas y, a veces, se sirven comidas.
Así a bote pronto, cuando alguien
dice “cantina” nos evoca a la de “La guerra de las galaxias”, que por entonces
se llamaba “Bar Luisfer”, pero que con el éxito de la película, ahora todo
Tatooine se ha llenado de turistas freaks que planean sus vacaciones en torno a
pasarse por el local…acabando con el encanto de aquellos días de antaño. Por
cierto, no sé si sabréis lectores de mi vida que yo interprete al soldado de
asalto que hacía el control policial en busca de los droides en la entrada de
Tatooine…no me habréis reconocido por que llevaba la armadura imperial, fue mi
sueldo más fácil de ganar, tan solo tenía que repetir lo que decía Alec Guiness
¡fijaos, fijaos!
Por su parte, la taberna como
hemos dicho nos trae un sabor mas tosco, y es que ¿Qué es una taberna si un
tabernero con bigote? ¡Es como un programa del corazón sin prostitutas!
Eso sí, la taberna tiene una
carta reducida, en ella solo encontraremos como bebida, cerveza, whisky tres X,
hidromiel y zarzaparrilla.
"Marta Sanchez, soldada del amor, the last spanish currante" |
Pero si a todos nos une la
taberna, no es por nuestro olor rancio o condición genética hiplonitendizada,
sino por la ensoñación de participar en las peleas en las que nos hubiera
gustado formar parte, puesto que de entre los miles de campos de batalla
posibles (Desierto, castillo, callejón, Huelva, campo abierto…) siempre hemos
querido lanzar a alguien a través de una cristalera, subir a otro a la barra y
hacérsela recorrer tirando vasos y botellas y quizás terminar el sarao
golpeando a la peña con sillazos por la espalda.
La taberna está tatuada a sangre
en nosotros a través de la permanencia retiniana que nos creó el Equipo A y
también por las películas del lejano Oeste, donde ésta recibe el nombre de
“Saloon”, muy característico porque siempre andaban sembrados de prostitutas
¡Como un programa del corazón!
Bueno, si bien es común el choque
cultural tabernario foráneo-patrio, basado en nuestra propia idiosincrasia
estética…mientras que en los terrenos americanos el paspán estándar viene de
serie con barba de tres días, ojos medio cerrados y bandána, aquí nosotros
tenemos a un parroquiano de camisa de cuadros “Arremangá” fumando chustas de
Ducados y con palillo en la boca y saben ustedes bien que yo de patriota tengo
poco, lo cual me hace mas objetivo si cabe en esta cuestión, ese pantuflero
temerario que trabaja como cazarrecompensas aunque a la vez es un evadido de la
justicia en siete estados no le duraría ni medio asalto a nuestro local
recolector de vegetales. Bien pagaría yo por un combate de UFC entre un redneck
siembra calabazas y maíz de Carolina del Sur y un rústico manchego cansado de
arar para obtener una jodida alcachofa.
"Vaqueira es así" |
La cantina pierde su glamour ante
atentados emocionales como el perpetrado por el peligroso comando “Sergio y
Estibaliz” y su “Cantinero de Cuba” pero como queda lejano en el tiempo parece
que el dolor se ha mitigado, cosa que no le ocurre a la taberna ante el daño de
que los Café Quijano publicasen “La taberna del Buda” aun más reciente en
nuestra memoria.
La taberna incluso tiene un dicho
en latín, “In taberna quando sumus, non curamos quid sit humus” /Cuando estamos en la taberna, no nos preocupamos de la tumba/. Y si es que es un dicho en latín es porque
la cosa es de griegos o de profesores de instituto y no de Latin Kings, que
mucho ir de latins pero luego no saben conjugar ni el Rosa Rosae.
No
me contéis que lo de la cantina o la taberna es algo pasado de moda y que ahora
se llevan las vinaterías y los cafés chic de diseños innovadores suecos, es
como decir que las teleseries de ficción española ambientadas en épocas pasadas
son una excusa para ver a las tetas de las nuevas generaciones de actrices
patrias, cuando antes tenias que ir al cine para vérselas a Maribel Verdú o
Emma Suarez. La taberna y la cantina son como las whiskerías, el rictus
inexpresivo de Kevin Costner (Al que tuve el gusto de conocer en la cola de la
tienda de fotografía) o los colmados de pueblo ¡Eternos! Uno incluso se deja
llevar por lo irrelevante de la existencia ante el devenir de los vientos que
barren las cenizas de nuestras vidas ¿Qué hay de lo mío?¿eh? y vuelta a empezar
¿Se apagara antes el brillo de aquella estrella o el coñazo de canción del
típico grupo de tonti-pop avalado por Jesús Ordovás?
Por
el contrario me podéis venir con aliento gafapastoso a decirme que las tabernas
y cantinas están “In” porque a algún gilipollas le ha venido en gracia decir
que lo rancio es “Lo más” este bimestre…incluso algún nocillero se habrá
montado la típica publicación de tendencias y manda a su troupe de
colaboradores inconformistas-todos con las mismas estéticas e ideales snobicos
a sacar fotos en una tasca donde terminan pidiendo un té y mueren diezmados
bajo la somanta de hostias que les regalan los lugareños y que debían haberles
dado en su día sus padres.
En
conclusión, estos hábitats naturales deberían ser protegidos por entidades
comprometidas como la WWF (No los del oso panda, sino los del wrestling), mantener
sus rincones, su fauna y como no su equilibrio (Un dueño por treinta clientes)
puesto que de no mantenerse sería un caos (Treinta dueños para un cliente). Es
por eso que os invitamos a que propongáis queridos lectores (Eso de queridos es
un eufemismo jabonero) ideas que nos sirvan para recaudar fondos para la causa,
tipo conciertos benéficos (Prohibido que venga a cantar Rosana), soltar jaurías
de perros rabiosos por la paz o sacrificar a tu mejor cordero para aplacar a
los dioses.
"¡Ahí, dando donde mas duele!" |
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